Ante de comenzar las razones que me llevan a escribir este capítulo tengo que decir que entre hecho y hecho está el día a día que no es llamativo. La sucesión de programas en directo, las retransmisiones de plenos y asambleas, las visitas a los casales, asistencias a actos de comisiones falleras, etc. Lo que sucede que, como todo en la vida, os voy contando lo más llamativo, lo que pienso que más puede atraer vuestra atención. Es decir, sin ser sensacionalista, contar lo que más puede que capte vuestro interés, que no es otro que el interés humano por las desgracias o por el morbo de sucesos.
Y dicho esto comento algo que se extendió durante un tiempo hasta que al final exploté. Sucede que en las exaltaciones de varias agrupaciones (en este punto siempre ha dependido de quien fuera presidente y que agrupación fuera, no con todas tenia el mismo acercamiento) iba a grabarlas y luego las emitía igual que hacía con algunas de juntas locales. Pero este año en Ruzafa no pude grabarla porque me pidieron que no lo hiciera por los presentadores. Me quedé sorprendido pero no hice nada más que recoger los trastos y marcharme.
Me comunicaron que los presentadores le dijeron al presidente entonces que si yo grababa ellos no presentaban. Lo que esto supone os lo dejo a vuestra opinión.
Más tarde, le dijeron lo mismo a la falla Portal de Valldigna-Salinas, y el presidente de la falla, Quique Sanchis, les dijo que su falla estaba abierta para todo el que quisiera ir. El no iba a condicionar nada ni le iba a decir a nadie que se fuera porque venían los otros.
Se sucedieron otros hechos similares, por ejemplo en la Taula de Serrans de la falla Serranos-Pza. de los Fueros donde el moderador de esta tertulia que se celebra un jueves del mes de julio les dijo que si yo la grababa el no presentaba la tertulia. La falla me lo pidió, yo me disgusté, incluso algún artista dijo que eso era censura y que se quería marchar. Yo le dije que no, que íbamos a seguir y así continuó la charla. Aunque las caras largas del entonces presidente y algún otro falleros fueron notables. Con esta comisión, la conversación que mantuve posteriormente, arregló el tema y desde entonces hasta hoy no he tenido problemas en grabar.
Otra comisión en la que pincharon fue en Santa María Micaela-Martín el Humano donde también moderaba el coloquio de Cacau i Tramusos uno de los presentadores de Ruzafa y les dijo lo mismo que a Serranos, entonces la postura de esta falla fue totalmente diferente. Lo tuvieron muy claro, tan claro como la falla Portal de Valldigna y le dijeron que ellos no cerraban la puerta a nadie. El que quisiera venir que viniera y el que no, que no viniera. Entonces la falla tuvo que cambiar moderador. Y yo lo grabé.
Quien si que hizo caso a una de estas imposiciones fue la agrupación de Rascaña y su presidente, Carlos Pradilla, no consintió que yo grabara un coloquio en la falla Primado Reig-San Vte. De Paul donde asistía Félix Crespo entre otros quien supo de esta situación y la verdad no quiso intervenir para nada. Otro disgusto que me llevaba, en este caso donde no lo esperaba.
Una sucesión de vetos que no solo no minaron mi moral. Lo que consiguieron es que yo los publicara a los cuatro vientos y fuera quitando caretas. Omito los nombres por que lo que quiero es destacar los hechos en una etapa muy difícil de la emisora y porque algunos de los que entonces me vetaron, hoy en día no tienen problema en que yo les grabe y emita su voz por mi programa. Solo quiero dejar constancia de lo que sucedió.
El hecho de que aireara estos temas hizo pública definitivamente una situación muy clara y era la división de los medios, los que me hablaban y los que no. Aún hoy en día quedan resquicios de esto hasta tal punto que hace un par de años que dejé de ir a actos donde me veía impuesto sentarme en la mesa de medios, porque lo que para ir a un sitio y no estar a gusto, lo mejor es que no vaya. Hablo de actos como la Gala Fallera, la despedida de las Falleras Mayores o la jornada de convivencia de Junta en mayo donde se despide el ejercicio, por eso a mi nunca me han dado ni el premio naranja ni el premio limón.
Por cierto, una curiosidad: ¿Es casualidad que, normalmente a quien le dan el premio limón suele ser una persona que no se lleva bien conmigo y el naranja es una persona con la que tengo muy buena relación? En los últimos años ha sido así.
Esta división de los medios ha trascendido hasta hoy en día y son varios los que tienen en cuenta este hecho. Pero como dije antes, es un tema que poco a poco se va diluyendo en el tiempo porque está visto que no lleva a nadie a ningún sitio.
A todo esto, dentro de la emisora sucedió algo que quiero contar.
Un día, me viene un colaborador de entonces habitual y me dice algo que me llamó la atención. Me invitó a una cena “Homenaje” a Vicente Alventosa por los malos momentos que estaba pasando a nivel personal. Es un tema tan personal que no voy a contarlo aquí. Aunque la naturaleza del tema no me daba a mi que lo estaba pasando tan mal.
Era una cena en el Expo Hotel y que teníamos que pagar cada uno 48 euros para el menú. Curioso, te invitan y tienes que pagar. Además si íbamos mi mujer y yo eran 96 euros. ¡Casi nada!
Yo, con algo de duda le dije que si, que vale. Aunque me quedé pensativo.
Llegué a casa, lo comenté, y al día siguiente hablé con dos de los supuestos organizadores que el colaborador me había dicho que estaban con el homenaje.
Casualmente, y digo casualmente porque entonces no me llamó la atención, pero después si y mucho, los cinco que organizaban formaron parte una año después de la empresa que le montó a Vicente la emisora efímera a su imagen y semejanza.
Después de hablar con ellos se me puso el sexto sentido en marcha ocasionalmente y al día siguiente le dije al colaborador que no, que yo no iba al homenaje. Tras una conversación de media hora con él me mantuve firme y le dije que no, que yo no iba a ir porque no entendía que se le tuviera que hacer un homenaje a un empleado mío que lo único que hacía era venir a trabajar todos los días como los demás empleados y que el no era ni mas ni menos que cualquiera de las otras seis personas que entonces tenía en nómina.
El malestar del colaborador fue grande y así me lo manifestó. Pero yo se lo repetí para que no quedara ninguna duda.
Os recuerdo que para entonces el tema dentro estaba muy deteriorado y no estaba dispuesto a aceptar algo que no me cuadraba. Yo pienso que un homenaje se hace a una persona que se va a ir después de un tiempo o por haber conseguido un logro especial fuera de lo común. Pero este último punto es muy subjetivo. Cada uno puede pensar lo que quiera y si uno piensa que ayudarme a levantar la emisora y tener la audiencia que teníamos era merecedor de un “homenaje” yo no lo veía así. Por tanto decliné la invitación.
Pues bien, el “homenaje” se canceló. Y yo alucinaba. ¿Por qué se ha cancelado? Si los amigos le queréis rendir un homenaje hacérselo, pero yo no voy a ir. No entiendo que hay de extraño en esto.
Las objeciones del colaborador fueron tan vagas y fuera de contexto que me dio la sensación de haber roto una confabulación o similar. Cosa que luego descubrí que algo así era. Y os cuento.
Semanas después se celebraba la entrega del premio del concurso “Gran Fallero 2” en el casal de la falla Centenar de la Ploma. En esta ocasión me volvieron a invitar pero no fui. Después de la experiencia de navidades en la primera edición preferí no asistir. Además de que el ambiente en el interior ya estaba bastante enrarecido.
Pues bien, esta entrega de premios más que una gala parecía que era una loa constante a lo bien que hacía todo Vicente y lo malo que era Pepe. Varios cogieron el micrófono y como en una terapia de grupo comenzaron a ensalzar lo que era, lo bien que lo hacía todo y lo poco reconocido que era su trabajo en la emisora.
Había gente que si que sabía de que iba, pero había gente que no y por lo que me contaron posteriormente estaban alucinados de lo que estaban viendo.
Como me enteré de todo, pensaban que había un topo entre ellos y comenzó una “caza de brujas” a ver quien me había contado todo. El problema lo tenían este grupo de oyentes que habían dejado de serlo para intentar apoyar a Vicente en su “depresión” por el mal momento personal.
Una vez más yo quedaba como el malo sin darme oportunidad alguna a que yo diera mi versión. Pero no me importó. Dejé que el tiempo pasara.
Ahí me dejaron claro que las intenciones del “homenaje” en el Expo Hotel eran ensalzar por parte de “sus amigos” a Vicente dejándome en evidencia delante de la gente que iban a invitar que he contado arriba. Es decir, afrontarme y que yo reconociera en público “lo bueno que era”. Una treta que les salió mal en una primera intentona y que después les volvió a salir mal en Catarroja.
Algunos de los que cogieron esa noche el micrófono ahora no quieren saber nada de él y si que quieren o han querido volver conmigo. Incluso, años después, alguno me ha confirmado todo lo que sucedió allí.
Pero había un detalle que todos olvidaban. Y es tan sencillo como que la emisora era mía y las decisiones las tomaba yo. Para bien y para mal. Y, por supuesto, no iba a permitir que nadie me dijera lo que tenía que hacer por imposición. No iba a permitir que unos cuantos oyentes me obligaran a tomar una u otra decisión. Si querían fabricarle a Vicente un nicho de popularidad no iba a ser a costa del dinero que yo tenía invertido para que esto funcionara. No iba a permitir que un “empleado” utilizara mi “empresa” para darse baños de masas a mi costa y encima tirar por tierra mi imagen. Llegaba julio y lo más prudente era esperar las preselecciones, que llegara el verano y después tomar una decisión. Una decisión que si ya tenía medio pensada al finalizar julio, tomé definitivamente a finales de ese mes.
En el próximo capítulo hablaré de lo que sucedió ese mes y las posteriores consecuencias. Quien le decía a Vicente que sin él Música y Fallas Radio se iría a pique estaba muy equivocado. Pero cada uno hace caso de lo que quiere. Lo que no me vale es que uno no tenga nunca la culpa de tomar decisiones equivocadas, sobre todo cuando eres una persona que suele tener la postura que se dice popularmente de “arrancá de macho y pará de burro”. Cuando esas “arrancás” duran como mucho un año y luego ves que la reincidencia de los hechos te dan la razón de las decisiones tomadas en su momento, te permite aprender mucho. Y como dijo Goya (el pintor) cuando tenía 80 años a un alumno: “Hijo, yo siempre estoy aprendiendo, nunca dejaré de hacerlo”
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