lunes, 20 de agosto de 2012

Capítulo 19. DICIEMBRE 2007. EL MES DESPUÉS.

Tras la tormenta viene la calma. Pero los efectos de la tormenta se ven mejor con esa calma. El terrible mes de noviembre iba a dejar una huella que no nos ha abandonado.

Después de un año de graciosos, pasábamos a ser polémicos. Sin término medio. Y esta vitola la mantenemos. O mejor la mantengo. Porque con Vicente ya no fue lo mismo. La línea editorial de la emisora varió ostensiblemente y eso creo contratiempos internos. Unos contratiempos que también marcarán el devenir de la emisora de los cuales no tuve noticias fehacientes hasta el mes de julio, pero que detalle tras detalle, me iban dando información de lo que se iba cociendo.

No hay que ser muy avispado para ver y notar indiferencia o cambios de actitud en personas que habías tenido junto a ti mucho tiempo. Pasar muchas horas juntos trae que al final los movimientos y el lenguaje extra-corporal te vayan diciendo mas cosas que las palabras. Pasa en las parejas y pasa en los grupos humanos de trabajo con los que se comparten muchas horas.

Y así sucedió. Mi nueva postura ante el mundo de las fallas no era compartida por parte del equipo. Pero mi situación fuera de un grupo determinado la vi clara en la entrega de los premios del concurso “Gran Fallero” quienes, supongo, que al leer esto se extrañarán de que no dijese nada en el momento. Pero empezaba a recopilar datos sobre lo que se iba cociendo.

Era la semana de Navidad. La cita era en la falla Joaquín Costa-Burriana. Era una noche fría. El casal estaba en la misma esquina de las dos calles. El presidente era Rafa Ramírez, uno de los participantes en las tertulias del mediodía quien ofreció su casal para celebrar el acto.

Hasta ahí todo bien. El recibimiento a mi mujer y a mi fue normal, no es que fuera muy efusivo, pero tampoco fue hostil.

Dejamos el coche en doble fila pensando que una noche, navidades y el frío que hacía, la grúa no haría aparición.

Pero nos equivocamos. Mi coche ya estaba enganchado. Me tocó pagar 30 euros para que me lo desengancharan. Una ve devuelto el coche opté por meterlo en el parking que hay en la calla Burriana esquina con Maestro Gozalbo.

Mi sorpresa vino cuando llegué del parking y el acto de entrega ya había comenzado. Ya estaban ellos a la marcha como si yo no existiera, como si mi presencia no fuera necesaria.

La situación es que yo era el director de la emisora, una emisora que tenía un programa, un programa que puso en marcha un concurso, un concurso dirigido por un empleado de la emisora que yo dirigía y que había comenzado el acto de entrega sin mi presencia, pasando totalmente de mi.

Aquello fue el inicio de una puesta en guardia. No les importaba lo que yo pensara. No les importaba lo que yo dijera. No les importaba que yo estuviera o no. Ellos iban a su bola.

Se habían formado un grupo de amiguetes a la sombra de la emisora donde lo de menos era si el programa era bueno o era malo. Donde lo de menos era que pasaba y que pensaba yo que la dirigía. Lo que importaba era que los amiguetes fueran los protagonistas de cada programa y que, obviando las reglas y normas básicas de una emisora, hacían de su capa un sayo llamando a cualquier hora y atreviéndose a criticar hechos internos que nunca debieron de salir en público.

La corrupción interna de la emisora había comenzado hacía algunas semanas. Pero este hecho de tenerme marginado en una entrega de premios me dio la señal de que algo estaba pasando.

Mi incomodidad en el acto fue proporcional al ninguneo al que fuimos sometidos mi mujer y yo, quienes apenas entrábamos en ninguna conversación. Era un grupete en el que estábamos por compromiso y en el que el “jefe” no era yo. Solo nos llamaron para estar y nada más.

Al final, “me dejaron” hablar y expuse agradecimientos de cortesía pero con un mal humor digno de coger la puerta y haberme ido. Mantuve el tipo porque las ganas de irme eran iguales a las ganas de quedarme haber hasta donde llegaba el pasteleo y poder seguir recogiendo datos.

La ruptura interna se había materializado. Pero nos necesitábamos, yo para seguir con el programa concebido más de un año atrás, y ellos para poder seguir haciendo su grupo de amiguetes y quedando fuera de la emisora llamando en antena y públicamente quedando contando lo que habían hecho.

Era un club social radiofónico. Vamos, que hasta en eso fuimos pioneros, creo yo.

Esto era en el programa de las mañanas. Un programa que cada vez carecía más de calidad siendo repetitivo y sin un guión determinado. Un programa en el que los oyentes eran los que iban haciéndolo y en el que eran los mismos cada día. Los que en la falla Joaquin Costa-Burriana cenaron en el acto de entrega que he comentado anteriormente.

Era una situación difícil, muy difícil. A lo vivido en noviembre en tres frentes distintos se unía los problemas internos.

Reconozco que no tuve valor para tomar una decisión salomónica pues no tuve claro si era positivo o negativo.

Supongo que no lo hice porque de momento se veía compensado con el reconocimiento que teníamos en el exterior donde cada vez mas los oyentes se implicaban en el programa de la tarde. Oyentes distintos y serios que participaban activamente pero no era lo único en lo que se basaba el programa.

Por aquel entonces me invitaron a participar como mantenedor de las falleras mayores de Albal. Era mi segunda experiencia después de la vivida en febrero en la agrupación de Jesús donde fui invitado por primera vez en mi vida. Nunca antes había sido mantenedor. Pero Jesús y después Albal me invitaron. Lo agradecí mucho.

Era una señal positiva de lo que si iba viendo. Y era un aumento de la popularidad en las juntas locales por ser el único medio que íbamos a retransmitir las exaltaciones y actos en los pueblos. Así forjé muchas amistades que aún hoy en día mantengo en juntas locales aunque estos no ejerzan. Su sinceridad y amistad incondicional son muy reconfortables. Lo mismo que la amistad que conservo con presidentes de falla y de agrupaciones de entonces y de ahora que me ayudan y mucho en el desempeño de mi labor informativa aconsejando y poniéndome en el camino de informaciones de su falla o de su agrupación.

Aunque esta simpatía y popularidad no era recogida en la misma medida por las fallas de Especial quienes me saludaban y me atendían siempre con amabilidad pero sin esa espontaneidad que me mostraban las fallas de menor categoría o de los pueblos. Pero no tengo quejas de ellos… después del episodio de Chimo Díaz del capítulo anterior.

Bueno, de Especial de la Federación, porque las tres fallas de la AFE siempre nos han estimado mucho y nos han tenido cerca. Merced, Archiduque Carlos y Malvarrosa si que han cumplido los métodos de las fallas “inferiores”, en ellas me he sentido muy a gusto.

Estuvimos en la presentación de los bocetos en directo en la sede de la Federación de Hostelería (paradójico con lo que se está viviendo hoy) y esto creo que no sentó muy bien a la Federación de Fallas de Especial.

También estuvimos en el acto de entrega de los premios I+G de la Federación de Fallas con Especial Ingenio y Gracia con quienes entonces mantenía una excelente relación pero con los que luego también tuve un episodio decepcionante.

Las ventas en publicidad eran buenas y eso nos daba alegría para ampliar la plantilla de trabajadores quienes se incorporaban para desarrollar trabajos tanto administrativos como en antena.

Sin darme cuenta, la solidez de la programación iba en la misma medida que la degradación interna. Hecho que no me era ajeno pero que prefería trabajar para ver si se podía enderezar. Pero cuando la gente no es honesta y te da una cara, si algún mes los cobros de publi de los que nos nutríamos se demoraban y le dices a una persona que te pago la mitad ahora y la otra mitad la semana que viene diciéndote que bien y luego sale de la emisora y da otra cara cuando los amigos le dicen si se van a comer juntos y dice que no porque no le he pagado dejándome en mal lugar, creando una imagen de mi negativa, cuando la gente hace esto es muy difícil enderezar la nave porque luego te vienen las leches por donde no lo esperas.

Y eso duele. Que confíes en personas que luego a tus espaldas te critican, te ponen a parir y no se dan cuenta que va perjudicando la imagen de la emisora que les da de comer, es muy duro. Tan duro como que acuerdes que le vas a prorratear pagas y sueldo, aunque luego le vayas a dar las nóminas por separado y cuando deja de trabajar te denuncie porque no ha recibido el dinero. Cuando juntando los “cheques” y transferencias (documentadas) sumas y ves que le has pagado más de lo que debías de haberle pagado y cuando ya no está en la emisora te denuncia ante Trabajo para reclamarte unas cantidades ya cobradas. Y lo peor es que te pongan verde con mentiras comprobadas y demostradas por gente de dentro de la emisora que me tenían que defender ante algún “compañero” suyo. Aún hoy en día hay gente que se cree esas mentiras. “No hay mas ciego que el que no quiere ver”.

Eso te va dando idea de que tipo de personas vas teniendo a tu lado. Pero esto no se ve de un momento a otro.

En el próximo capítulo la protagonista será Karina. Con ella mas muestras de que “yo llegaba a molestar”.

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