Un año después de iniciar el programa, me propongo ampliar el estudio. El anterior se quedaba pequeño y en el piso inferior del edificio de oficinas en el que estaba ubicada la emisora se queda libre una oficina bastante más grande con una división de cristaleras ideal para poder montar la nueva emisora con oficina y sección comercial.
La publicidad entraba con fluidez. Los programas eran escuchados y la situación económica en España aún no se vislumbraba tan negra como ahora.
Nos cambiamos y lo hacemos coincidir con el aniversario. Para entonces cuento con la colaboración de Bernardo Morosoli quien entra de lleno en la emisora como colaborador y aporta una gran dosis de de conocimientos falleros y experiencias. Esta aportación en los meses sucesivos es llamativa dentro de su programa “La Radiografia de las Fallas” donde cada lunes por la noche, durante dos horas, se ponían en liza los temas de actualidad mezclados con experiencias propias de él mismo. Recordamos que su hija Amparo Morosoli fue fallera mayor infantil de Valencia y eso le permitió vivir la fiesta desde una óptica diferente. En esos programas aprendí mucho y conocí muchos detalles de las fallas que luego me servirían para poder sobrevivir a pesar de los envites sufridos.
Por si el día a día no era de por si intenso, ahora me enfrascaba en un cambio de local con apenas un año de funcionamiento. Pero era otra etapa.
El cambio se realiza en un fin de semana. Como vi la forma de instalarlo todo al técnico que hacía un año me montó la emisora, en esta ocasión me atreví a montármela yo. No en vano era un ahorro importante dentro del gasto que suponía el cambio. Compré lo necesario en Barcelona (en Valencia no hay) y me lo mandaron. Hice la instalación en el nuevo local a ratos durante las tardes y las noches. Y llegó el fin de semana de la verdad.
Tenía todo preparado. La instalación estaba hecha en la emisora de arriba de apenas 60 metros cuadrados. Pasé a la de abajo con casi el doble. El material electrónico también estaba. Los ordenadores de emisión ya estaban preparados. Todo a punto.
Ahora tenía que desenganchar el cable que subía a la antena y enganchar el nuevo. Era sencillo. Tan sencillo que como fallara no tenía ni idea por donde meterle mano. Me subí una radio pequeña a la terraza del local donde estaba la antena. En el momento de quitar el cable antiguo me pasaron muchas cosas por la cabeza pero no dejé que me desanimaran. Quité el cable. La emisión cesó. Era domingo por la tarde. No había problema de audiencia.
Ahora tenía que enganchar el nuevo y que la emisión siguiera. La operación entre quitar la rosca, cambiar el cable y volver a apretar la rosca del nuevo podía durar unos cinco minutos. Pero se me hicieron eternos. Me la había jugado una vez más y tenía que salirme bien si o si.
En el momento de introducir el nuevo cable y con una sola vuelta de rosca del soporte que lo sujetaba la emisión volvió a sonar perfecta. ¡BIEEEEN! Lo había conseguido. Yo solo había instalado todo lo necesario para que la radio sonara en el nuevo local.
Una satisfacción corrió por mi mente como si hubiera marcado un gol en la final del mundial.
Ajusté todo lo necesario y media hora mas tarde estaba todo en funcionamiento tal y como había previsto.
Tuve la ayuda de varios amigos y oyentes que se sumaron a la mudanza de forma altruista. No quiero nombrarlos a todos no me deje alguno. Aunque si que noté alguna ausencia de “la casa” que, sabiendo la faena que suponía, no se me ofrecieron. Pero bueno, en ese momento no le di más importancia.
Era domingo 14 de octubre. El lunes 15 comenzábamos las emisiones desde la nueva emisora con nuevo teléfono y nuevas ilusiones. Unas ilusiones que se fueron truncando en parte por los hechos acontecidos en los siguientes meses.
El aniversario del programa número 1 se celebraba el 18 de octubre. Pero casualmente esa fue la fecha que se fijó para la llamada de la alcaldesa de ese año. Decidimos celebrar el aniversario el día 19 viernes. Y así lo hicimos.
Preparamos una fiesta en directo. Era algo nuevo pero nuestra popularidad entonces nos permitía hacerlo. Un programa fiesta donde los protagonistas fueran los oyentes y diversas personalidades que fueron desfilando. Entre ellas las nuevas falleras mayores de Valencia Victoria y Gloria. Aunque fueron varias falleras mayores tanto de Valencia como de pueblos como Torrent las que pasaron por el programa, además de multitud de oyentes que fueron agasajados con bebida, bocadillos, dulces, etc.
Fueron casi doce horas de programa, recuerdo que terminamos bien avanzada la madrugada mientras que los oyentes quisieron. Varios de ellos nos trajeron regalos que aún hoy conservo con mucho cariño como por ejemplo un dibujo de Matías Real que realizó junto a Raimundo Gómez en los que estábamos Vicente y yo en un carrito de niño como que ya habíamos cumplido un año. Quien les iba a decir a los dos que un par de años mas tarde dirigirían cada uno de ellos un programa, Matías el de Artista Fallero y Rai la tertulia El Casal Fallero.
Un éxito total. Un baño de masas en el que eché en falta la presencia de otros medios de comunicación. A pesar de la cantidad de gente que vino no vi más que a algún medio, uno o dos, que vinieron en calidad de amigo de Vicente.
La repercusión en los otros medios fue prácticamente nula. Algo que, aunque ya no me llamó la atención, si que hizo que pensara sobre el tema. Pero no aquella noche. Era viernes y me fui a descansar con la alegría del objetivo cumplido. Mención especial para mi mujer, Gloria, que, mientras que yo atendía a los invitados en directo, ella lo hacía en la puerta dándoles la bienvenida y ofreciéndoles lo que había para comer y beber.
Lo que yo no imaginaba es que era el preludio de una serie de hechos que desencadenaron la decadencia de la imagen de la radio en pocas semanas. Porque este triunfo parece como si a algunos les removiera la moral y vieran como el ascenso imparable de la emisora había que cortarlo. Para entonces todo lo que decíamos era comentado e influía en las fallas.
La fiesta del aniversario nos daba un botín que había que saber manejar. Pero ni unos ni otros supimos como administrar esta dosis de popularidad. Con el paso del tiempo me doy cuenta que aquello cegó los ojos a mas de uno y encolerizó a otros. El ego de algún compañero se elevó hasta cotas impensables y provocó que se pensara que sin él esta emisora no iba a sobrevivir.
Mientras tanto el programa seguía su curso. El de las mañanas con el concurso “El Gran Fallero” que, obviando muchos detalles que no vienen al caso, empezaba a crear por si solo algún problema entre los oyentes que se lo tomaron muy enserio y hubo incluso enfados entre algunos de ellos porque decían que buscaban votos o que el propio Vicente los manipulaba según sus preferencias personales. Nunca entré en el tema. Era un concurso que el organizaba pero no iba a interferir.
Aunque donde si que tuve que entrar era en el programa de la tarde porque los mismos oyentes de la mañana llamaban para dar votos a los concursantes. Por unos momentos el programa Nuestras Fallas parecía una continuidad del de la mañana. Tuve que cortar y explicar dentro de la emisora que el programa de la tarde era de fallas y no tenía nada que ver con el de la mañana. Este hecho se ve que molestó a Vicente y a parte de la audiencia matinera quienes se vieron agraviados con mi decisión.
Como también se vieron agraviados cuando le expliqué a Vicente que no podía estar hablando y recibiendo llamadas durante una hora y luego poner los anuncios todos de golpe llegando a poner hasta 20 y 22 anuncios juntos. Yo quería que se repartieran durante la hora y esa diferencia se ve que molestó, no solo a Vicente, si no a varios oyentes-amigos quienes para mi sorpresa conocían todo lo que sucedía dentro y solo había una persona que lo pudiera contar. El “feelling” inicial comenzaba a diluirse entre autocomplacencia y diferencias empresariales por la necesaria demostración de que esto no dejaba de ser una empresa que tenía un jefe que era el que decidía los designios.
Esas pequeñas diferencias no se trasladaban en los programas en directo. Pero si que medraba dentro de la emisora y los comentarios a mis espaldas comenzaban a aflorar aunque de esto no me enteré hasta el verano siguiente.
Al trabajo diario y la lucha por la supervivencia de algunos poderes se unía los problemas internos. Aunque aún era poco para lo que el mes de noviembre sucedió.
El mes de noviembre tiene un global terrible donde en tres semanas consecutivas suceden tres hechos que marcan para siempre el cambio de Música y Fallas Radio y el programa Nuestras Fallas.
Puedo adelantar que noviembre de 2007 marcó un antes y un después de quien os habla. O terminaba derrotado entre los poderes fácticos de la fiesta o me hacía más fuerte e indemne a lo que a partir de ese momento viniera. Pero esto en octubre aún no lo sabía.
Tan solo hacía un año que habíamos nacido y nos enfrentábamos a tres fuerzas vivas de las fallas. Os confieso que ahora miro hacia atrás y me da algo de vértigo. Pero entonces lo afronté con la fuerza que te da la razón. Y esa razón el tiempo me la ha dado con creces.
Estos tres poderes son: La Junta Central Fallera a través de la Delegación de Medios, La Federación de Fallas de Especial y los otros medios de comunicación.
A partir del siguiente capítulo detallaré la batalla con cada uno de los tres poderes que os he nombrado de forma pormenorizada.
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