Aunque sucedió todo lo que he contado en el anterior capítulo,
los programas seguían, los actos de fallas continuaban, las entrevistas se
sucedían. En lo básico y fundamental nada había cambiado afortunadamente. Y sentía
el apoyo mayoritario de los oyentes, y no porque lo diga yo ahora, sino porque así
me lo indicaba la audiencia allá por donde iba. Me daban ánimos. Pero lo más
importante es que los anunciantes seguían contratando. Señal que sabían que la
cosa no iba mal. Aunque eso sí, en menor medida.
El verano había comenzado con estos avatares que he contado
en el capítulo anterior. Pero era solo el inicio. Seguía preparando las
preselecciones y las entrevistas a las preseleccionadas como veníamos haciendo
desde el año 2007. eran pues las terceras cortes que íbamos a tener.
El terremoto primaveral y el hecho de que no había ningún
acto oficial hasta la batalla de flores hacía presagiar que el trajín de julio
daría tranquilidad, pero nada más lejos de la realidad.
A la comentada conversación con Félix sobre el tema de la
delegación de medios, se unían dos hechos que ahora detallaré, uno interno y
otro externo.
El interno sucedió en las retransmisiones de las
preselecciones cuando en una llamada a Rafa se dejó el móvil abierto y escuché
ciertas cosas que no esperaba. Me llevé una gran decepción. Al finalizar la
noche le agradecí los servicios prestados. Cuando se despidió, Raquel le
acompañó cerrando un nuevo capítulo de colaboradores que habían tenido en mi
casa todas las puertas abiertas pero no
entendieron que siendo empleados o solo colaboradores, siempre hay una persona
que dirige a quien hay que apoyar incondicionalmente mientras se esté dentro y
comentar a la cara los posibles desacuerdos. Nuevamente se repetía la historia
pero esta vez menos traumática. A rey muerto, rey puesto. Conté con otros
colaboradores, muchos de los cuales aún hoy en día, tres años después, siguen
con nosotros.
El externo era más grave. El día 7 de julio recibí una carta
de la Generalitat Valenciana en la que me sancionaban con 60.001 euros por no
cortar en marzo las emisiones tal y como me habían apercibido. Ya había llegado
la carta que podéis ver reproducida en parte arriba con la sanción correspondiente.
Esa misma tarde me puse manos a la obra y negocié con la
Mega Radio la posibilidad de hacer el programa de fallas en la emisora. Pero me
llevé una grata sorpresa. Me alquilaba la frecuencia 98.7 de la FM para que la
explotara. Esto me dio la posibilidad de continuar con la emisión íntegra de
toda la programación en otra frecuencia. Ante este hecho y el consejo de la
asesoría no dudé ni un momento.
Tengo que indicar que para entonces ya había acumulado
varios recibos pendientes del alquiler del local y de la empresa que
comercializa la señal. Algo que nunca entenderé, resulta que la señal del 100.9
entre otras la comercializa una empresa ajena (entonces se llamaba Retevisión,
ahora Abertis Telecom) sin embargo a ellos no les venía ninguna denuncia, si a
mi que solo la explotaba. Curioso, raro y sospechoso. Pero bueno. Esto lo
detallaré en otro momento.
El cúmulo de circunstancias me hizo cambiar en plenas
preselecciones y en pleno mes de julio con lo que esto suponía. El único temor
era que los anunciantes no entendieran el cambio y me dieran la espalda. Afortunadamente
no fue así y ellos siguieron toda la campaña de julio. Desde aquí quiero
agradecer que ellos entendieran las razones que argumenté entonces
perfectamente documentadas.
El día 8 no emití, pero el día 9 de julio comenzaba
conjuntamente las emisiones en el 100.9 y en el 98.7 con el anuncio constante
del cambio. El día 12 de julio cortaba definitivamente la señal del 100.9 y
comenzaba una nueva etapa (otra etapa) en un nuevo estudio aunque seguía
llamando Música y Fallas Radio a la nueva emisora.
Ahora no sé como pero entonces mantuve la calma e intenté
que este cambio que era más traumático que el anterior con la marcha de Vicente
(por eso dije que no era lo peor que me había pasado) y conseguí un trasvase
paulatino de oyentes de una frecuencia a otra.
Consulté con un gabinete jurídico de Madrid para ver si me
podía apoyar en temas de frecuencias con el ministerio y con la Generalitat y
me dijeron que si, me vendieron bien el tema pues me contaron que varias
emisoras en España con la misma situación que yo habían conseguido regularizar
la situación y seguían emitiendo algunas incluso con resoluciones judiciales a
su favor. Pero para iniciar las gestiones, solo para iniciarlas, me pedían
6.000 euros. Luego veríamos. Evidentemente les agradecí su apoyo “moral” pero
no me podía permitir este dispendio sin garantía.
Total que definitivamente cerré Música y Fallas Radio en
Burjasot y me marché a Valencia, al barrio de San Isidro.
¡Hala! A comenzar otra etapa. Pero bueno, ya estaba
acostumbrado y tenía que rehacer la audiencia. Para entonces utilicé en la
medida de lo posible las redes sociales.
Pero bien, el tema siguió funcionando y llegó el final de
julio y con él el final de las preselecciones y de las entrevistas a las chicas
que se consiguió hacer por tercer año. Había superado una nueva barrera.
Pero las vacaciones no habían comenzado para mi. Una persona
muy influyente en Junta me invitó a mantener una reunión con él en un despacho
sobre la relación de la emisora con Junta. Acepté y la primera semana de agosto
asistía a esta reunión. En plenas vacaciones y descanso me apetecía mucho tener
esta conversación que hacía tiempo deseaba.
Y allí que me fui. Nada más entrar hubo un detalle que me
llamó la atención pero al principio no le di más importancia. Esta persona se
dejó el móvil en una mesa contigua pero alejado de él. No es normal que cuando
hablas con alguien en una reunión personal se deje el móvil algo lejos en lugar
de tenerlo entre las manos, incluso jugando con él. Pero no le di más
importancia.
Iniciamos la conversación y hay varios temas que no voy a
tocar aquí pero si que puede que utilice en otros capítulos. Hablaré de los más
importante para mí.
Me pidió dedicarme a lo que hacían las fallas sin entrar
en opiniones. Es decir, parte de lo que
hacemos, semanas culturales, actos bonitos, etc. y no me metiera en
berenjenales como las historias que habían sucedido. Es decir, poco menos me “invitaba”
a que dejara mi parte crítica y me convirtiera en otro más de los medios que
solo hablan de lo dulce que son las fallas y lo bello que es la vida. Está claro
que yo no iba a tragar. Pero intuí en sus palabras algo como que… “ya has visto
lo que ha pasado con el 100.9, podemos seguir así”. No sé, me pareció algo así.
Mi respuesta a este punto fue clara. Yo iba a seguir en mi línea
y no tenía intención de cambiar. Es decir, no iba a ceder en sus intenciones.
Me reprochó que parecía como si fuera el juez de todo lo que
pasaba en la fiesta y le respondí que no era el juez de nada, que solo me
dedicaba a dar mi opinión sobre temas que para mi eran importantes en la fiesta
pero que nadie hablaba de ellos y eso me llamaba la atención. Y por eso yo no
pedía permiso a nadie para hablar de esto.
Luego, tras la afirmación que intentaba amedrentarme
diciendo que había conseguido poner a todos los medios de acuerdo contra mi y
que yo le contestara que eso ni me importaba ni me iba a hacer cambiar de opinión,
para mi vino lo más importante y lo que de alguna forma hizo variar el sentido
de la conversación y provocó algo que me certificó mis sospechas iniciales.
Me acusó poco menos de ser un bocazas y de decir todo lo que
me llegaba, soltando todo lo que me contaban y contando cosas sin contrastar. Ante
lo segundo le dije que hasta ahora en noticias (y hoy sigue siendo así) nadie
ha demostrado que algo que nosotros dijéramos era mentira. Puede que en opiniones
no estuvieran de acuerdo, pero en hechos hasta ahora nadie ha podido decir que
hemos mentido. Eso si, equivocado nos hemos equivocado varias veces.
A la primera afirmación me despaché a gusto. Le empecé a
relatar cosas que me habían llegado y que no había dicho nada. Algunas, o
varias de esas cosas esta persona estaba por el medio. Me remonté a varios años
atrás y su cara cambió radicalmente. Vio que era cierto pues esta persona conocía
los temas de los que estaba hablando y sabía que lo que yo le decía era cierto.
Aún así intentó decirme que yo no podía demostrar nada. Le contesté que no hacía
falta contar las cosas abiertamente para crear una imagen de lo sucedido en la
realidad y abrir un debate público sobre algunos temas que no le hubiera
gustado nada. En fin, que habían muchos detalles que no he sacado a la luz.
De inmediato, cogió el móvil que había en la mesa contigua,
se disculpó, y comenzó a hablar con él. A mi me dio la impresión que no marcaba
ni nada, lo que me daba que pensar que lo había dejado abierto para que otra
persona escuchara la conversación que esta persona y yo mantuvimos. Esto a mi
me gustó, pues si era quien yo pensaba me alegraba de que lo hubiera escuchado
todo en lugar de tener que esperar a ver que le contaba pudiendo distorsionar
la conversación hacia donde le pudiera interesar. Salió del despacho y al cabo
de varios minutos volvió. Una actitud impropia de quien está contigo una mañana
de agosto tranquilo en una reunión privada.
Al volver poco quedaba ya que hablar. Se dio cuenta que yo
no pensaba cambiar, como así lo he hecho, y que mi postura seguía imparable.
Al ver como el cierre del 100.9 no había hecho que yo
callara me convocó a esta reunión que me vino muy bien. Clarificamos todo y
cada uno sabíamos lo que pensaba el otro. Me fui de vacaciones merecidas tras
una primavera difícil y un mes de julio estresante.Recargué las pilas.
Agosto había llegado. Septiembre se preparaba tranquilo. Y lo
fue, pero luego…
En el siguiente capítulo.
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