Tras su marcha y tenerme que oir cosas como que “mi línea editorial no invitaba a que otros medios vinieran a la radio”, cosa que en el momento que estábamos no me preocupaba, recuerdo que yo a los medios los hice protagonistas durante el primer año y ellos pasaron de mi, comenzaba el programa sin Vicente.
Ferrán Gil se ofreció voluntariamente a cubrir el hueco que quedaba. Un Ferrán Gil que había sido fiel desde los principios y, que con sus conocimientos profundos de la fiesta por su dilatada actividad en todos los ámbitos de la misma y con una gran cantidad de conocidos, podía aportar un punto de vista diferente a los temas tratados.
Se iniciaba una nueva etapa y los programas comenzaron a ser más serios y con una profundidad distinta. Algunas tonterías se dejaron de lado y cuando una entrevista era seria, lo era desde el principio al final. Pero cuando tenía que ser distendida y con bromas lo era.
Yo era consciente que esto acarreaba una migración de oyentes. Un cambio en la audiencia que tenía que intentar que fuera lo menos traumático. Y la mejor forma de conseguirlo era seguir la línea que tenía y tratar las noticias con la misma rigurosidad sin olvidar los puntos clave que nos habían hecho ser diferentes.
Por eso desde el primer programa del “día después” seguí como si no hubiera pasado nada. Pero internamente me había quitado una carga importante. Hablo siempre desde el prisma del programa. Porque interiormente aún tenía que arreglar algunos temas.
Si, le quedé a deber dinero del finiquito y demás. Pero muy poca cantidad para mis cuentas. Aunque tuve que soportar como en la Merced, en la presentación de bocetos me montara el numerito para que le pagara y luego sentarse al lado de sus amiguitos de los otros medios que no me hablaban para reírse: “¿ves la que le he montado, ves?, este seguro que me paga”. Pero el que ríe último ríe mejor.
Lo demás lo dejé en manos de la accesoria, que para eso están. Aunque esto arrastró alguna marcha posterior que al final fue hasta positiva. Si había contaminación, lo mejor era limpiar lo que estuviera afectado. Y así sucedió. La naturaleza actuó. Incluso con alguna persona que después de estar ocho años trabajando conmigo, resulta que ahora yo era muy malo. ¡Que casualidad! Antes no había problema, se juntan y mira. Pues nada, “enemigo que huye, puente de plata”.
La depuración interna iba sucediéndose paralelamente a la progresión de los programas. Y aquí quiero hacer un inciso para explicar una realidad que he visto en mis años de radio:
Los oyentes nos son los mismos siempre. Hay un bloque que son fieles, pero hay un flujo constante que entran, salen, se quedan un tiempo, se van, vuelven, nos escuchan intermitentemente, cambian de horario en el trabajo y durante un tiempo no nos escuchan o al revés. ¿Esto que quiere decir? Pues que la audiencia que había perdido no iba a ir a recuperarla porque no estaba dispuesto a darles mi versión de lo sucedido cuando se estaban vertiendo miles de mentiras sobre mi. Pensé que lo mejor era, como estaba acostumbrado, generar una nueva audiencia. Y me pues manos a la obra. No voy a contar como pues esto lo dejo para mi “secreto profesional” que me ha permitido hasta en tres ocasiones cambiar sin que lo más importante que son los anunciantes se vean traumatizados. Y así lo hice y así lo conseguí. El nuevo flujo se iba instalando. Y estos eran oyentes “normales” menos participativos, pero más serios y constantes. No te llamaban para pedirte que quitaras publicidad u otras chorradas.
Con esta situación, en pocos días el programa se estabilizó. Y es que procuramos que la imagen fuese de normalidad. Y así lo fue, no solo la imagen, si no la realidad. En tan solo dos o tres programas volvimos a estar centrados en lo nuestro.
Por las mañanas música, al mediodía las tertulias, por la tarde fallas que se reponían por la noche y de madrugada.
Para entonces ya había estallado la crisis, la burbuja inmobiliaria había explotado y la situación se iba complicando.
Mientras que hacía los programas llegamos a la Navidad de aquel año y seguíamos rodando. Me planteé, ante los problemas que se nos venían encima, recapitalizar y reestructurar la empresa y quedé con algunos empresarios de otros ramos que en ocasiones se había anunciado con nosotros en mantener conversaciones para que entraran con participaciones en la emisora.
Inicié las conversaciones en enero y quedamos que cuando pasaran las fallas hablaríamos. Mientras, los programas y retransmisiones habían recobrado la normalidad total, exaltación, mascletás, plenos, asambleas.
Alguien parecía que estaba esperando que nos hundiéramos, como que sin alguien de los que se habían ido no estaba la emisora no funcionaría. Y nada más lejos de la realidad. La emisora se había reforzado pasando unos de los meses más tranquilos de los dos últimos años.
Llegaron las fallas y durante los paseos nocturnos previos a la semana de fallas tuve algunos encuentros que no depararon más allá de miradas y cuchicheos. Sin más.
Pero cuando pasan las fallas de aquel año 2009 sucede lo imprevisto. Llega una carta de la Generalitat Valenciana indicándome que Música y Fallas Radio tenía que cerrar por no tener licencia.
Después del trajín interno, después de haber retomado el vuelo con la programación estable, me venía este palo. Me acerqué a la asesoría quien me indicó que es lo que tenía que hacer. Me presenté en la propia Generalitat Valenciana. Tuve una conversación con la persona que en nombre de Dora Ibars me envió la carta y lo tuve muy claro.
Le dije que por qué a mi si y a otras emisoras no. Me dijo que estaban en concurso y hasta que no se resolviera no podía enviársela. El concurso, a fecha de hoy cuando estoy escribiendo esto, aún no se ha resuelto, imaginaos que desmadre.
También le dije que porque otras emisoras que tenían licencia fuera de Valencia emitían en Valencia con una potencia brutal y me dijo que el solo atendía lo que los inspectores le enviaban. Es decir, que había un inspector que me estaba “vigilando”. Sigo pensando que a través del partido alguien movió hilos para que me cerraran
Hoy en día me pregunto ¿por qué? ¿Tendría algo que ver con la línea crítica que estaba utilizando y molestaba siendo por eso por lo que uno de los primeros en recibir la carta fui yo? Y es que luego fueron otras emisoras.
Eso si, las grandes que emiten con el doble de potencia permitida no las tocan, y en ese caso incumplen la legalidad igual que yo.
Vi que no había nada que rascar y me limité a esperar. Suspendí todas las conversaciones pendientes con los posibles inversores y me dediqué a seguir mis programas. Ya veríamos donde llegaba esto.
Mientras tanto fui invitando a colaboradores para que me hicieran sus espacios y también entraron a participar en el programa dos oyentes, Raquel y Rafa que protagonizaron un episodio con la delegación de medios (otra ves la delegación de medios) que contaré en el próximo capítulo.
Esta situación me había hecho crear un estado de ánimo que durante los meses de abril, mayo y junio de 2009 me hizo cegarme en una etapa negra del programa donde hoy veo que ahí me equivoqué, pero duró eso, tres meses, menos mal. Mis críticas eran duras, demasiado con varias situaciones, mis comentarios constantes hacía que el programa se tornase agrio y fueron meses difíciles. Incluso me planteé dejar la radio. Tras la tranquilidad antes de fallas, después se tornó en marea y era ajena a los motivos acaecidos antes de Navidad. Era como si en el micrófono descargara toda mi impotencia por no poder hacer nada y sentirme totalmente agraviado por la situación. Aunque si lo miras de forma positiva, puede que aquello hiciera que mis fuerzas no decayeran y me sirviera como terapia. A veces pienso que por eso sigo aquí, porque ni me deprimí ni me hundí. Eso puede que me costara audiencia, pero el flujo del que hablaba antes me hizo sobrevivir. Aunque en ese momento no era consciente.
En el próximo capítulo detallaré lo que sucedió en los meses más negros sin duda, del programa Nuestras Fallas. Pero viendo lo positivo, digo que si superé aquello quería decir que el programa estaba fuerte. Aún así no fue el peor momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario